Si bien el home office ya reformuló nuestra manera de trabajar, solo se limita a un 15% del espectro de dinámicas de trabajo que una persona debe poder elegir a lo largo del día. El trabajo aislado o por videoconferencia del home office, no resuelve las necesidades de interacción para la innovación, la creatividad, la noción de equipo con valores compartidos y por supuesto el entrañable calor humano. 

El trabajo desde casa permite (en casos ventajosos) la dinámica de focus, equivalente al trabajo en una oficina privada y la dinámica de reuniones virtuales, sin embargo carece del aspecto humano del trabajo colaborativo. Por lo tanto, la capacidad de desarrollar las dinámicas de trabajo individual y en equipo va a ser un factor muy importante que definirá la oficina del futuro. 

El bienestar, orientado a la higiene y salud física de los trabajadores será otro pilar indiscutible para la nueva normalidad. Estrategias como el uso de sistemas de aire purificado o la tecnología no touch dejarán de ser opciones y se volverán un nuevo standard para las empresas preocupadas por el bienestar de su equipo. Así mismo, la promoción de políticas de higiene y prevención tendrán un rol decisivo para el bienestar físico de los colaboradores. 

Finalmente, es necesario hablar también del aspecto emocional de las personas, donde la calidad del espacio juega un rol crucial. La búsqueda de ambientes acogedores, flexibles a las distintas dinámicas individuales y colaborativas, el uso del color, la iluminación y texturas naturales para invitarnos a usar y disfrutar lo que hacemos y la comunicación de los valores de la organización a través de elementos espaciales, serán estrategias indispensables para sacarle el mayor provecho a la inversión al elevar la felicidad y productividad de las personas. La oficina del futuro será más humanizada, aquella que garantice la salud tanto física como emocional de sus trabajadores y los empodere a todos por igual, ofreciéndoles la posibilidad de trabajar según lo requieran sus tareas diarias.